Geofencing y dispositivos de alarma PTA: por qué esta tecnología aún no es la solución ideal

Geofencing y dispositivos de alarma PTA: por qué esta tecnología aún no es la solución ideal

Geofencing: una idea atractiva, pero poco adaptada a las condiciones reales

En teoría, el geofencing parece una solución innovadora para reforzar la seguridad del trabajador aislado: se define una zona geográfica virtual y se activa una alerta si el usuario sale de ese perímetro. No obstante, en la práctica —especialmente con dispositivos de alarma PTA autónomos— su implementación está lejos de ser ideal. Existen diversas limitaciones técnicas y operativas que dificultan su adopción a gran escala. A continuación, las analizamos.

Un consumo de energía incompatible con las exigencias del terreno

Los dispositivos de alarma PTA están diseñados para operar de forma autónoma durante varios días, incluso en zonas remotas sin acceso a electricidad. Sin embargo, el geofencing requiere monitoreo continuo a través de GPS u otras tecnologías de localización, lo cual supone un consumo energético elevado. Integrar esta función comprometería seriamente la autonomía del dispositivo, reduciendo su fiabilidad en situaciones críticas donde la energía no puede fallar.

Una precisión insuficiente en entornos complejos

La efectividad del geofencing depende en gran medida de la calidad de la señal de localización. En entornos profesionales como zonas industriales densas, espacios subterráneos o estructuras metálicas, las señales pueden verse afectadas. Esto puede generar falsas alertas o, peor aún, fallos al no detectar una salida real del perímetro establecido. En el contexto PTA, donde está en juego la seguridad de personas aisladas, este margen de error es inaceptable.

Una gestión de software poco compatible con el uso real del PTA

El geofencing implica configurar zonas específicas, a menudo múltiples, y gestionar correctamente las entradas y salidas. En entornos estáticos —como la vigilancia de un residente dentro de un edificio— puede ser útil. Pero en casos más dinámicos, como el mantenimiento en campo o desplazamientos entre obras, se requieren múltiples zonas de interés. Esto complica la configuración, incrementa la carga del procesador del dispositivo y aumenta el consumo de datos. ¿El resultado? Un sistema difícil de mantener, costoso y poco operativo para el uso diario en terreno.

Límites económicos y prácticos que no deben subestimarse

Más allá de lo técnico, un geofencing funcional exige una planificación previa exhaustiva: cartografiar con precisión los trayectos, crear zonas personalizadas para cada usuario o tarea, y mantener esa información constantemente actualizada. Este nivel de personalización, sumado a las limitaciones energéticas y de software, hace inviable su inclusión en soluciones estándar para la protección del trabajador aislado. Para los clientes, esto se traduce en mayores costes, más complejidad operativa y una experiencia menos robusta.

Una tecnología más adecuada para otros contextos

El geofencing sí resulta eficaz en sectores donde la alimentación energética no es un problema, como en los rastreadores de vehículos. Al estar conectados a la batería del motor, pueden mantener una vigilancia geográfica continua sin preocupaciones por la autonomía. Esto es ideal en logística, gestión de flotas o control pasivo. Sin embargo, en la protección de personas en movimiento, que dependen de un dispositivo autónomo, los requisitos cambian por completo.

Conclusión

Aunque el geofencing pueda parecer una funcionalidad atractiva en dispositivos de protección del trabajador aislado, su aplicación práctica en equipos móviles y autónomos presenta obstáculos concretos: consumo energético elevado, precisión limitada, configuración compleja y costes altos. Estas razones explican por qué esta tecnología aún no se adapta a las condiciones reales del terreno. Para garantizar una protección efectiva, la prioridad sigue siendo una localización fiable, autonomía optimizada y una gestión de alertas totalmente controlada.